Las vitaminas antioxidantes son muy importantes para nuestra salud porque contra restan a los radicales libres; estos son producidos por el humo, la contaminación y la radiación solar. Son estos los causantes del envejecimiento.
Así que una alimentación adecuada debería contener a la vitamina C, la E y al precursor de la vitamina A, los Betacarotenos. Esta primera, también conocida como ácido ascórbico, es imprescindible para el desarrollo y el crecimiento. Las fuentes de vitamina C son las frutas y las verduras, a poder ser consumidos en crudo; ya que con el calor se destruye esta vitamina. Una muy buena dosis la encontramos en los cítricos y en el kiwi. Pero cuidado con hacer un zumo de naranja y dejarlo en la nevera, el oxigeno también la destruye, así que lo ideal es hacer y beber.
Vamos con la vitamina E, esta es esencial para el funcionamiento del organismo no sólo por su función antioxidantes, sino porque tiene propiedades antiinflamatorias y mejora la fertilidad. Esta vitamina se encuentra en las semillas de girasol, frutos secos, aguacate, aceite de oliva virgen y en los cereales integrales.
Los Betacarotenos son unos pigmentos que pertenecen al grupo de los carotenoides, y son los responsables de los colores amarillo, anaranjados y rojos presentes en muchos alimentos. En realidad son los precursores de la vitamina A.
Estos componentes antioxidantes ayudan al sistema inmunológico a protegerse de diversas enfermedades y estimulan la producción de glóbulos blancos. Los alimentos más ricos en ellos son las zanahorias, los pimientos, el boniato, la calabaza y las verduras de color verde oscuro (espinacas, acelgas, brocoli…) y también las frutas de color amarillo, anaranjadas o rojas.
Resumiendo, si queremos prevenir el envejecimiento, no debemos perder de vista a estos tres elementos: la vitamina C, la E y los Betacarotenos.