El pan es un alimento básico en la dieta mediterránea. Se suele preparar mediante el horneado de una masa, elaborada fundamentalmente con harina de cereales, sal y agua. Además suele llevar levadura para que fermente la masa y sea más esponjosa y tierna. El cereal más utilizado para la fabricación del pan es la harina de trigo, aunque también se utiliza centeno, cebada, maíz y arroz.
El pan por su composición, no suele llevar grasas, tiene 230 kcal por cien gramos. Por lo que aunque no es acalórico, como el agua, no es un alimento muy energético.
Ahora nos podemos preguntar porque en las dietas de adelgazamiento nos sustituyen el pan blanco por el integral, no es por su aporte calórico, ambos engordan lo mismo, pero el integral tiene más fibra, lo que le confiere un efecto saciante. Eso sí, tenemos que tener cuidado con los panes que llevan semillas, pasas o aceite, porque estos tienen más calorías. Por otro lado la mayoría de los panes integrales están hechos con salvado y la harina que usan no es integral.
El mito que “el pan engorda”, viene unido a que normalmente no comemos el pan sólo, sino con aceite de oliva, embutidos, la salsa de los guisos… y son estos los que hacen que el pan engorde. El pan es un alimento muy completo. Tiene un aporte calórico medio, es saciante, ayuda a que no picoteemos y es rico en hidratos de carbono. Lo recomendable es consumir panes elaborados a partir de cereales integrales o harinas de grano entero. Así este aporta todos los elementos nutricionales del grano del cereal (germen y salvado).
Es curioso saber que los biscotes tienen más calorías que el pan de barra, 370 kcal por cien gramos. Pero si se recomienda en las dietas de adelgazamiento es porque con ellos no se suele mojar las salsas y se come menos.
Resumiendo comer pan con moderación es un buen hábito; ten cuidado con que le metes, una buena alternativa es utilizar pavo, atún al natural o queso de Burgos desnatado.